30.3.12

La palabra del deseo


Esta espectral textura de la oscuridad, esta melodía en los huesos, este
soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galería oscura,
oscura, este hundirse sin hundirse.

¿Qué estoy haciendo? Está oscuro y quiero entrar. No sé que más
decir. (Yo no quiero decir, yo quiero entrar.) El dolor en los huesos, el
lenguaje roto a paladas, poco a poco reconstituir el diagrama de la
irrealidad.

Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una
melodía. Es una melodía plañidera, una luz lila, una inminencia sin
destinatario. Veo la melodía. Presencia de una luz anaranjada. Sin tu
mirada no voy a saber vivir, también esto es seguro. Te suscito, te
resucito. Y me dijo que saliera al viento y fuera de casa en casa
preguntando si estaba.

Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo frío, jardín de las
delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada,
mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder
circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo
de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.




***
Imagen: Doña Juana "la Loca", Francisco Pradilla y Ortiz, Museo del Prado. Pintura sobre Juana I de Castilla. 
Texto: El infierno musical (1971).

23.3.12

Endechas


I

El lenguaje silencioso engendra fuego. El silencio se propaga, el
silencio es fuego.

Era preciso decir acerca del agua o simplemente apenas nombrarla, de
modo de atraerse la palabra agua para que apague las llamas del silencio.

Porque no cantó, su sombra canta. Donde una vez sus ojos hechizaron
mi infancia, el silencio al rojo rueda como un sol.

En el corazón de la palabra lo alcanzaron; y yo no puedo narrar el
espacio ausente y azul creado por sus ojos.

II

Con una esponja húmeda de lluvia gris borraron el ramo de lilas
dibujado en su cerebro.

El signo de su estar es la enlutada escritura de los mensajes que se
envía. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e indaga el peso del muerto
en la balanza de su corazón.

III

Y el signo de su estar crea el corazón de la noche.
Aprisionada: alguna vez se olvidarán las culpas, se emparentarán los
vivos y los muertos.

Aprisionada: no has sabido prever que su final iría a ser la gruta a
donde iban los malos en los cuentos para niños.

Aprisionada: deja que se cante como se pueda y se quiera. Hasta que
en la merecida noche se cierna la brusca desocultada. A exceso de
sufrimiento exceso de noche y de silencio.

IV

Las metáforas de asfixia se despojan del sudario, el poema. El terror
es nombrado con el modelo delante, a fin de no equivocarse.

V

Y yo sola con mis voces, y tú, tanto estás del otro lado que te
confundo conmigo.



*** 
Imágenes: película Frankenstein (1931).
Texto: tomado del apartado III "Figuras de la ausencia" del poemario El infierno musical (1971).

20.3.12

Silencios


La muerte siempre al lado.
Escucho su decir.
Sólo me oigo.


***
Imagen: pintura tomada de luzrosarioaraujo.
Texto: Los trabajos y las noches (1965).

18.3.12

La perfecta poeta suicida

Álvaro Cortina / Madrid

En La Puerta Estrecha, teatro independiente y lavapiesino de referencia en Madrid, se invocan estos días el verso en prosa y el exorcismo y la desesperación de la escritora Alejandra Pizarnik (1936-1972). La actriz Eva Varela Lasheras y el director Rodolfo Cortizo ofrecen una aproximación escénica a una parte del poemario 'Extracción de la piedra de la locura' (1968), pieza capital de la poeta de Avellaneda, en la estricta línea de la sombra. "En este texto ves un desgarro, una queja. Quería retomar esta obra que ya habíamos teatralizado hace 6 años, quería ver otras profundidades. Descubrí otras puertas. En la anterior versión fuimos más capaces de ver sombras que de ver luces. Pero es un poema lleno de luz", explica Varela. "Cuando te quitas prejuicios y eres capaz de leer su obra de la manera más pura posible descubres qué es lo que te moviliza. En el corazón, en el espíritu. Y eso tiene que ver más con la vida que con la muerte. Pizarnik arrastra muchos mitos".

Años de París

Adelante, pues. Indagemos en Pizarnik, en el cultivo de (en sus propias palabras) esa "escritura densa y llena de peligros a causa de su diafanidad excesiva". La poeta y novelista cubana Nivaria Tejera la recuerda para elmundo.es, del tiempo de Pizarnik en la capital francesa (1960-1964): "Se movía como una brújula, de una revista a otra, de una editorial a otra. Se había venido a quedarse en París. París la colmaba, no quería abandonarlo. En carta a la familia consideraba "catastrófico cortar bruscamente ese lento crecimiento que se inició en mí desde que llegué". Eran aún (entonces se acababan) los años de experiencias trascendentales: Artaud, Michaux, Celan, y ella los exploraba con acucia, impregnándose, celosa de originalidad". Y añade, rememorando una esquina mítica de la plaza Saint-Germain-des-Prés: "Sí nos habíamos conocido, pero entre latinos nos preservamos con raro tacto. Alguna vez, el azar nos reunió a ella, a Cortázar y a mí en el bar Les Deux Magots y entonces su mesa supuraba lava de cronopios..."

Julio Cortázar y César Aira

"Cortázar trató de ayudarla bastante", recuerda a su vez la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi. "Después de su muerte, Julio y yo hablamos mucho de ella. Yo no la conocí, pero conozco a mucha gente que la trató de cerca. Cuando leí la biografía que escribió sobre ella César Aira me indigné. Es como si se la hubieran encargado a su peor enemigo. No se puede escribir eso con una persona que ha muerto y no puede defenderse. Y no se puede dejar de mencionar el hecho decisivo de su lesbianismo, por ejemplo. Era mujer, judía y lesbiana ¡en aquella época! Cortázar la hubiera defendido de Aira si estuviera vivo. ¿Cómo se puede pasar por alto la vida amorosa del biografiado?".

El también poeta Luis Antonio de Villena, considera para este periódico que, biografía aparte, su sexualidad tuvo una importancia muy menor en la obra: "Tenía imposibilidad de vivir. Puede que tuviera conexiones con el surrealismo, pero ya entonces, en los años 50 y 60, no era una vanguardia. Era una forma clásica de escritura. Pero su escritura no es fruto de un estilo sino de una condición personal. Su poesía expresa un dolor metafísico. Hay un claro parecido con Paul Celan. Hay elementos surrealistas, sí, pero en realidad es una poesía metafísica que se pregunta por el sentido del dolor. La expresión poética del dolor psíquico. No es un juego. Es a vida o muerte. Es una indagación en ese dolor, de carácter irracionalista, a veces".

Su influencia en los jóvenes poetas españoles


"No creo que haya sido una poeta con gran incidencia en la escritura de los poetas españoles de las dos últimas promociones", opina el poeta y redactor de EL MUNDO Antonio Lucas. "Quizá algún eco de su rastro poético se pueda ver lejanamente en cosas de Miriam Reyes, Elena Medel o Luna Miguel, entre otros, pero poco más. No sé si podríamos aplicarle el lema de "poeta de culto". A tanto no llega ni la audiencia ni el entusiasmo. Es una poeta argentina importante, con un extraordinario y dañado mundo propio, de eso no hay duda, y dueña de algo que tiene que ver con la luminosa batalla contra los propios demonios". Añade Lucas: "Me interesa mucho lo que sucede en libros como 'Árbol de Diana' (1962), 'Los trabajos y las noches' (1965) y 'Extracción de la piedra de la locura'. Me atrae esa forma tan propia de asimilar el onirismo poético, con vasos comunicantes lanzados a ese surrealismo que se metabolizó en Latinoamérica de forma distinta a como se desarrolló en Europa. Y consiguió esa voz propia con una poesía desgrasada, muy de palabras exactas, concreta dentro de su afán por el vuelo".

Angustia

Considera Villena: "No se puede ser un poeta de este tipo porque uno lo quiera. Es una obra muy atormentada. Su historia tiene que ver con la de Leopoldo María Panero. Pero creo que en el caso de Pizarnik no hay un mito como tal. Se le quiso construir uno, pero nunca estuvo en un manicomio. Se convirtió en un mito con su suicidio. Como Sylvia Plath y tantos otros". A su vez, comenta Peri Rossi: "Su tema es la escisión del yo. Que por otro lado, es el gran tema del siglo XX. De Picasso, de Joyce. Un yo monolítico que es fuente de angustia, y que no es un yo acabado y excluyente. En vez de conducir a la alegría en su caso se convirtió en angustia. Un gran tema del siglo XX".

"'Extracción de la piedra de la locura' tiene algo de monólogo. Con un proceso y un conflicto. Y la acción principal es la de confesarse. No en el sentido católico, sino confesarse a uno mismo", cuenta Eva Varela Lasheras.

Si han visto recientemente a José Luis Gómez en La Abadía, recitar muy pulcro y bien vestido versos de 'Diario de un poeta recién casado' de Juan Ramón Jiménez, esto no tiene nada que ver. Aquí, Varela se revuelca en tierra negra y en sábanas blancas. La estancia de La Puerta Estrecha en Lavapiés se convierte en la celda por donde se retorcía Renfield, en el sanatorio del doctor Seward, en 'Drácula'. Más próxima a Angélica Liddell pero con mayor pausa en la voz y más calmo ademán. Pero Varela no come insectos como el primero, ni se daña, como la segunda. Interactúa con un muñeco y un espejo y demás imaginería simbolista que se suele gastar la compañía La Pajarita de Papel. Dice Villena: "'Extracción...', aparte de la obvia evocación medieval, es un título muy sugerente. Como si la propia Pizarnik tuviera en la cabeza una pieza de antracita que le produce ese profundísimo dolor psíquico". Declama la actriz, ya metida en pleno chamanismo: "Briznas, muñecos sin cabeza, yo me llamo, yo me llamo toda la noche. Y en mi sueño un carromato de circo lleno de corsarios muertos en sus ataúdes...".


***
Imagen: Alejandra Pizarnik, en bañador negro, en una playa en Mar del Plata, 1965. Imagen tomada de El Mundo digital.
Texto: El Mundo digital.

14.3.12

Artes invisibles


Tú que cantas todas mis muertes.
Tú que cantas lo que no confías
al sueño del tiempo,
descríbeme la casa del vacío
háblame de esas palabras vestidas de féretros
que habitan mi inocencia.

Con todas mis muertes
yo me entrego a mi muerte,
con puñados de infancia,
con deseos ebrios
que no anduvieron bajo el sol,
y no hay una palabra madrugadora
que le dé la razón a la muerte,
y no hay un dios donde morir sin muecas.


***
Imagen: escena de la película El piano.
Texto: Las aventuras perdidas (1958).

11.3.12

Irme en un barco negro


las sombras escudan al humo veloz que
                   danza en la trama de
                   este festival silencioso
las sombras esconden varios puntos oscuros que
giran y giran entre tus ojos
mi pluma retarda el TÚ anhelante
mi sien late mil veces TU nombre
si tus ojos pudieran venir!
acá sí amor acá
entre las sombras el humo y la danza
entre las sombras lo negro y yo


***
Imagen: tomada del show Alegria del Cirque Du Soleil.
Texto: La tierra más ajena (1955).

6.3.12

Mucho más allá


¿Y qué si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me da a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
Este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
<¿es que yo soy? ¿verdad que sí?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?>.

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues eso es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.



***
Imagen: fotografía de Édith Piaf, tomada de Pasunautre.
Video: Édith Piaf canta Non, je ne regrette rien.
Texto: Las aventuras perdidas (1958).